Tenía diescies años cuando conocí a Mariano en la prepa. Lo veía de vez en cuando en los pasillos antes de entrar al salón de clases. Era tímido y de pocos amigos. Me gustaba que me siguiera en silencio con la mirada hasta que me perdía de vista. Un día, se envalentonó y sin preámbulo me pidió que fuera su novia. Me tomé varias semanas antes de darle el sí. Me gustaba su melena lacia hasta la espalda, su aroma a suavitel y esas playeras con letras ilegibles de bandas metaleras. Siempre me ha atraído la gente con personalidad, aunque les llamaran, “pandrosos”, “raritos”, “freakies”. Yo también era una de ellos. Una tarde, después de clases, decidimos ir a la casa de la tía de Mariano, que iba a estar sola. Con un buen arsenal de caguamas llegamos y, tras varias rondas terminamos como siempre enredados en besos. Besar era lo nuestro, podríamos hacerlo por horas hasta terminar con los labios hinchados por tanto roce. Pero esa vez fue diferente. Torpemente, entre risas nerviosas y besos ca...
Jajaja, me queda claro que después de la galleta sopeada se experimenta placer, hay qué ver a la modelo, con cara de satisfacción y hasta ganas de peinarse!!
ResponderEliminarVerry good! con mi acento alemán, jajaja!
ResponderEliminarAunque te diré querida siempre existió la felicidad en la modelo, jijiji el antes y el después se ve feliz!!!! tal vez se debe al pensarse en saborear la tremenda galletita! mmmm, eso que ni qué, ok, valor, lo que te espera... gran tarea y amplias noches de desvelo...
Besos! me da gusto! ser parte de esa otra faceta tuya...