En sepia



Miro su foto, sonríe con un helado en la mano de esos de vasito. Es verano, lo sé por su pelo enmarañado por el viento y me pregunto cómo será mamá. Nunca pude descifrar sus miedos, deseos ni sus más profundos secretos. Una desconocida a la que le llamaba mamá.

A veces me reconozco en ella por la sonrisa y por el dedo chato del pulgar que entrelazamos cuando estamos nerviosas, cuando leemos y cuando nos llama la atención una plática. 

En los álbumes de fotos sonreímos en sepia por una calle empedrada cuesta arriba. Siempre sonreímos.

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