Extravíos y reencuentros.

Tengo cierta fijación cuando me dispongo a encontrar algo perdido, es casi una obsesión. Hace un par de semanas me llamó Lorena, amiga desde el kinder. Confieso que fue bastante extraño escucharla, jamás imaginé hablar nuevamente con ella y mucho menos verla, después de lo que me hizo.
No le fue difícil localizarme. Los comerciales de alimento para perro son transmitidos cada quince minutos por televisión abierta, con un estúpido slogan, "Pipo y Pepa lo comen sin hacer mueca". No podía quejarme, la paga era buena y hasta llegaban a reconocerme en la calle. Siempre quise figurar en público. En cambio Lorena, de alguna manera lo tenía de manera natural. Fue coronada como reina de la primavera en el kinder, en la quermese de la primaria la escogían para repartir besos por unas cuantas monedas. Mientras que a mí, me ponían en la cárcel a custodiar niños tímidos y feos a quién nadie quería esposar. En secundaria intentó arrebatarme el papel de Dorita, en la obra del Mago de Oz y coqueteaba con Ismael el chico más popular del salón quien era mi novio.
Anoté rápidamente en un post it morado los detalles de la reunión y colgué el teléfono. Eso fue hace varios días y ahora no encuentro el papel. He volteado la casa y la maldita nota nomás no aparece. Ya no me importaba confirmar mi asistencia a la fiesta anual de secundaria, simplemente necesitaba hallarla.
Reencontrarme con la bola de excompañeros contándose anécdotas absurdas de éxito, enlaces matrimoniales en su mayoría fallidos me daba igual. Esas historias se venían venir desde que eramos parte del grupo de 3º "C" asociado a los más brutos académicamente. En realidad me inquietaba ver con mis propios ojos si Mariana era tan feliz como las veces que se escabuía con mi marido a darse arrumacos cuando me tocaba grabación.
Hace poco me recomendaron encomendarme a un Santo, supuestamente muy milagroso con fama de regresar cualquier petición. En seguida encontré un listón, hice un pequeño nudo y proclamé la letanía "San Cucufato, de los cojones te ato si no encuentro el post it morado, no te los desato". Tal vez fue mi fe o el ardor del pobre Cucufato, que esa misma tarde apareció y desapareció mi angustia. Confirmé mi asistencia.
Finalmente en el día del festejo tuve llamado, al parecer era un producto innovador aclarante anal. No asistí, no logré darle el shame look a Lorena ni ver lo infeliz que debe ser ahora que dejo de ser la amante, pero descubrí como conseguir mi tranquilidad cuando se me pierde algo.
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