Hasta que la muerte nos separe



Es imposible tolerar uno más de sus absurdos consejos. Cumpliremos la próxima semana 13 años de casados y yo festejaré mi duelo. He decidido separarme definitivamente de él. Soy fiel católica y prometí quedarme a su lado hasta que la muerte no separe. Y así será. He planeado meticulosamente su muerte, nadie sospechará de mí.
Cada vez que mi estúpido y gordo marido abre la boca, además de un hediondo aliento añejado exhala cinismo puro. No se da cuenta que lo que me aconseja hacer a él jamás le ha funcionado. Perdió dinero invirtiendo en la bolsa, nunca logró bajar de peso siguiendo el programa de Weight watchers y jamás entendió que no bebo cócteles. Lo mío son los tragos derechos.
En cada momento que me decía cómo y qué hacer ante tal situación yo guardaba un peso en la hate box. Así nombré a la alcancía que desde hace más de siete años ha almacenado un peso por cada uno de sus inútiles consejos. He recaudado suficiente dinero para pagar una liposucción y una rinoplastia. Mi boleto a una vida diferente.
Hablamos muy poco. A veces sólo para preguntarle dónde había guardado la sal o recordarle que era momento de pasear a Jeremías nuestro único hijo. Un perro maltés. Evitamos estar en el mismo lugar en la casa, mientras él ve la televisión en la sala, yo me entretengo recortando revistas, imágenes de narices y cuerpos perfectos. Todo este tiempo me ha hecho sentir como un ratón de laboratorio: él es la pared con la que me topo y yo corro sin encontrar salida.
Esos pensamientos me llevaron a planearlo de una vez. Por la mañana antes de que entrara a bañarse, yo pondría aceite en las baldosas de la ducha, un simple resbalón, su cabeza contra el suelo y fin de la historia. Me operaría, viviría guapa y feliz con Jeremías. Con eso en la cabeza me dirigí a la cama. Un poco después de eso, me levanté a beber agua del vaso que acostumbro llenar antes de acostarme. De pronto sentí asfixia. Me llevé las manos al cuello y traté de pedirle ayuda a mi marido. Él me miró y dijo: Querida, yo también soy fiel católico.

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