El grunge no ha muerto

Éramos las primeras en la fila. Llegamos tres horas antes de la cita. Hacía frío. Era una mañana lluviosa; un día usual en una de las ciudades donde se consume más café y se ven más películas que en cualquiera otra parte de Estados Unidos. El combo perfecto para alcanzar altos índices en depresión y suicidio. Le llaman la ciudad de la eterna lluvia. Volvamos a la fila. No era un día luminoso, era un día gris, un día común. Le pedimos al chico de melena rubia y gorrito que estaba adelante de nosotras que nos apartara el lugar. Asintió sin mirarnos. Caminamos unas calles más hasta encontrar una tienda. Nos sorprendió que la fila estuviera igual de atiborrada que la que habíamos dejado unas cuadras atrás. Al parecer, no había otra cosa que hacer en un día gris en Seattle, que buscar café y cigarros. La agüita ligera arreció nos cubrimos la cabeza con los gorros de la sudadera, encogimos los hombros y nos formamos. En la espera...